2- Fisonomía psico ético espiritual del cristiano
En nosotros distinguimos diferentes dimensiones: biológica, psicológica, sentimientos, pensamientos, dimensión moral que exige ejercicio de virtudes. Y la dimensión espiritual: la plena estatura del hombre se encuentra en el “espíritu”. El hombre completo es el hombre sanado y perfeccionado por la gracia, virtudes morales y teologales y dones del Espíritu Santo, aquel en el cual estas tres dimensiones; psíquica, ética y espiritual están perfectamente unidas en Cristo, conservando cada una sus cualidades.
Cada uno según su modo único e irrepetible de ser personal. Así el cristiano con la riqueza de su singular humanidad debe llegar a ser mediante su correspondencia a la gracia divina, un hombre completo que está en Dios y con Dios, de Dios y para Dios. Que ejerce su voluntad sin obstáculos y del cual Dios puede servirse sin resistencias.
Para alcanzar esta disponibilidad interior debemos conocer los dones naturales y sobrenaturales con lo que Dios nos ha enriquecido, poder disponer nuestro yo, quitando los afectos desordenados y buscando la voluntad divina a nuestro respecto. Siempre estaremos solicitados a colaborar con Dios para que Él pueda unificar, simplificar, santificar nuestra vida.
El yo y sus capacidades
- Esfera espiritual: intelecto y Voluntad
- Esfera sensible: instintos, 5 sentidos externos e internos (imaginación y memoria)
- Esfera mixta: (sensible y espiritual) las capacidades espirituales y sensibles actúan conjuntamente, en el ámbito de la afectividad y de la capacidad estética.
Mediante estas tres esferas el yo se relaciona con el mundo, los demás, Dios, consigo mismo. Debemos identificar las dificultades y potencias que cada uno encuentra en cada esfera, qué hábitos obstaculizan la acción de Dios en nosotros y luego desarrollar los hábitos que enriquecen nuestro yo con ideas, principios, criterios, propósitos, valores, afectos, emociones, actitudes vitales centradas en la persona de JC.
Cada potencia tiene su objeto, en la medida en que funcionen juntas con el mismo objeto se unifican y unifican la persona. El sujeto es una realidad dinámica el equilibrio es una búsqueda de toda la vida. En esta búsqueda de unidad, en camino hacia la santidad, las capacidades espirituales (1) ocupan un lugar de relieve ya que están ordenadas a iluminarlo y guiarlo durante su existencia.
El intelecto reconoce la verdad y el bien, la voluntad puede aceptar o rechazar, pero en el hombre es fundamental la dimensión afectiva, en general es lo que decide, más en el mundo de hoy.
Importa estudiar el conjunto del obrar humano para que Cristo sea el valor que nuestra inteligencia y voluntad abracen, comprendan, asimilen para obtener luz y calor capaces de iluminar y amalgamar los demás valores recibidos, vigentes en nuestras otras capacidades. Cuanto más el hombre se une a Dios, más se delinea en él la fisonomía psico-ética- espiritual, más se desarrolla su personalidad y con ella su influjo apostólico.
Esfera Espiritual: intelecto y voluntad (1)
que esta imagen no nos engañe.... se localiza la inteligencia en el cerebro y la voluntad? lo que tenemos que evitar es caer en localizacionismos... podemos decir que muchas funciones de esta esfera tienen su "sede" en el cerebro pero no todo esta "dentro" de este órgano....
Intelecto:
Entre todas las creaturas solo el hombre puede amar y conocer a su Creador y solo mediante el recto ejercicio de su intelecto y voluntad puede poseerse a sí mismo para entregarse libremente a Dios y ayudar al prójimo.
El hombre contemporáneo perdió la confianza en el intelecto como capacidad de captar el sentido de las cosas, prevalece el escepticismo, subjetivismo… perdió de vista la idea de una verdad universal capaz de ser conocida por la razón, excluyendo una idea de la naturaleza humana, no se plantea así preguntas existenciales sobre el sentido y fundamento de su existencia y se contenta con verdades parciales y provisorias. Crisis de la verdad (tomado este tema en varias encíclicas de JPII).
Todo hombre y especialmente el cristiano está llamado a cultivar una actitud objetiva para captar la verdad. Sto Tomas afirma que el objeto propio del intelecto es la esencia de las cosas, podemos conocer la realidad, es capaz de conocer la verdad, el sentido de la creación y a través del mundo visible llegar a lo invisible, a Dios. Esta capacidad de conocer y vivir en la realidad es el primer principio de verdad.
Para colaborar con la acción de Dios y acoger la verdad poseemos distintas funciones espirituales:
- teorética: descubrimos la realidad como la vemos
- Teórico –práctica: el deber ser
- Practico-practica: podemos hacer el pasaje del ser, al deber ser y así guiar nuestro hacer.
Saber ver y aceptar la realidad es la primera tarea del intelecto en su actividad teorética, después considera el modo de mejorar la realidad y de transformarla con su función teórico-práctica, nos indica la meta y el intelecto practico los medios, pasos a seguir.
La vida espiritual supone todas estas operaciones perfeccionadas por los hábitos naturales y sobrenaturales, en particular por la fe que purifica y profundiza la mirada humana.
Hoy se considera que la fe pertenece al ámbito del sentimiento, opinión, de lo irracional. Sin embargo, la fe cristiana tiene profundas relaciones con la razón humana. La fe no implica negación de la razón sino más bien su logro. La fe da al intelecto humano la capacidad de acceder a nuevas realidades que no estarían sin ella a su alcance y penetrar más profundamente las realidades naturales. La fe sana y perfecciona la razón y la razón fortalece la fe, la hace más humana.
La historia muestra que la separación entre fe y razón empobreció a ambas, según el plan de Dios y la unidad del ser humano, están orientadas a desarrollarse en profunda unidad.
La fe no es solo conocimiento de las verdades reveladas, es fundamentalmente comunión con la luz y la verdad misma que es Dios. Las verdades que la fe acepta son los medios que conducen a Dios, pero la fe es algo más. Es el abandono en Dios, el abrirse nuestro ojo interior para que pueda llenarse de luz divina. La fe es vida que penetra todas las dimensiones de nuestra vida y nos introduce en el misterio de Dios viviente, es el clima de toda la vida espiritual y confiere simplicidad y profundidad a nuestras experiencias y capacidad de entender.
La certeza que deriva de la fe da al intelecto mayor estabilidad en la aprensión de la verdad y por eso más estabilidad y vigor a la voluntad en la adhesión al bien. Toda la vida espiritual es un desarrollo de la fe y la fe es el principio de contemplación.
Kierkegaard decía: para nadar hay que desvestirse, para aspirar a la verdad hay que desembarazarse de una manera más íntima, del ropaje interior de pensamientos, ideas, egoísmos, para poder estar suficientemente desnudos.
La ascesis del intelecto es importante para la vida espiritual. El ojo del intelecto está obscurecido por la ignorancia pasiones, prejuicios, distracciones, falta de interés y amor que el hombre experimenta por la verdad. Para alcanzar el conocimiento dela verdad debemos purificar todo lo que enturbia nuestra mirada y amar la realidad. Debemos amar la verdad aceptar que inspire nuestra vida, comportamiento y modo de ser.
Defectos y virtudes en el ejercicio del intelecto
Su objeto propio es el conocimiento de la verdad, el primer obstáculo es la
- Ignorancia - es necesario desarrollar el hábito de conocer las verdades fundamentales sobre Dios, el hombre, el mundo. (actualmente hay analfabetismo en materia de fe católica) Según S. Bernardo la ignorancia de sí genera la soberbia y la ignorancia de Dios, la desesperación. El conocimiento de sí genera el temor de Dios porque el hombre toma conciencia de su propio limite y pecaminosidad, mientras que el conocimiento de Dios suscita amor porque el hombre goza de la bondad y misericordia de Dios. En base a estas dos verdades fundamentales podemos construir la vida espiritual. El cristiano para conocerse a sí, a Dios y a las creaturas debe conocer a JC, enseñanzas, iglesia, sacramentos, disciplinas temporales para elevarse a sí mismo y contribuir a los demás hacia la verdad, bien y belleza. (GS. 57)
- Distracción – nuestra atención se dirige hacia lo que nos interesa o amamos, a lo que nos atrae afectiva y estéticamente. Para desarrollar la atención debemos reflexionar, ejercitar la conciencia psicologica y moral. Identificar las causas de nuestra distracción y modificar lo que podamos.
- Apasionamiento: juicio equivocado por la presión que ejerce sobre el intelecto otra potencia, puede hacernos percibir la realidad distorsionadamente. Debemos desarrollar la objetividad, evitando ser presionados por otras potencias abrirnos a la realidad con desapego y serenidad.
- Ausencia de un juicio de valor adecuado: la ausencia de valoración puede ser por superficialidad, apego a otro valor contrario, falta de reflexión… San Agustín respecto de la castidad. Confesiones 8,7,17. Para superar esto es importante detenerse en la verdad dejar que ella influya en nuestra mente y atraiga el corazón. Meditar, lectura espiritual, considerar el amor de Dios por nosotros son medios preciosos para desarrollar la capacidad de valorar el bien que Dios desea para nosotros.
El intelecto en su función practica debe ser informado por la virtud moral de la prudencia que permite obrar en conformidad con la verdad conocida. Ella nos permite conocer los medios adecuados para el fin, medios buenos y justos y posibles. La Prudencia como virtud intelectual permite aplicar los principios morales al obrar humano, discernir lo que es bueno y justo en la circunstancia concreta. Como virtud moral sobrenatural tiene como fin último la Trinidad, discierne los medios para conducir al hombre a Dios. El don de consejo perfecciona la prudencia; el Espíritu Santo sugiere la senda más segura hacia Dios. El intelecto además puede ser perfeccionado por los dones de entendimiento, ciencia y sabiduría que ayudan a penetrar más en las verdades de fe, conoce la realidad en su relación con Dios.
El cristiano está llamado a conformar sus criterios con los de Dios, según la fe y la sabiduría sobrenatural consciente de que Sus caminos no son los nuestros.
Voluntad:
De ella depende en gran parte el ejercicio de las capacidades, incluso la aceptación de la verdad conocida que el intelecto le mostro. La relación entre intelecto y voluntad es dinámica, se puede no comprender el bien porque la voluntad no quiere.
En la base de la vida espiritual se encuentra esta relación recíproca entre intelecto y voluntad: la verdad que el intelecto capta debe ser acogida por la voluntad, convertirse en verdad vivida y, por otra parte, el amor a la verdad favorece el conocimiento del intelecto.
Si el cristianismo fuera solamente objeto de conocimiento, no suscitaría tanta resistencia, pero toda la enseñanza de JC está destinada a encarnarse, a ser vivida, lo cual depende fundamentalmente de la libre decisión de la voluntad. La vida moral y espiritual depende en definitiva de lo que cada uno de nosotros quiere o no quiere frente a Dios.
Juan Pablo II en VS “la verdad ilumina la inteligencia e informa la libertad del hombre, quien de ese modo es guiado para conocer y amar al Señor”.
Nuestra libertad debe dejarse guiar por el Espíritu de la verdad para llegar a través de los bienes creados a la unión con Dios, valor beatificante supremo. (la verdad os hará libres)
Defectos y virtudes de la voluntad. La rectitud.
- Falta de rectitud (falta de orientación de la voluntad hacia el bien, adhesión de la voluntad al bien) rectitud a fondo[1]: no solo buscar siempre el bien sino buscarlo para la perfección. La rectitud puede estar ausente (acepta el mal) o con distintos grados de profundidad. El santo no es el que no se equivoca sino el que tiende siempre a la perfección, que se abandona en las manos de Dios sabiendo que sus actos siempre tendrán manchas que solo Dios es nuestra justicia y amor. Para progresar en la vida espiritual es necesario la rectitud a fondo: afrontar las raíces del pecado, y buscar siempre ir adelante. Para progresar en la unión con Dios debemos conocer qué pecados y defectos quietar o que virtudes nos faltan.
Conocerme, conocer lo que Dios quiere y conocer con qué disposiciones correspondo a su voluntad, son los tres aspectos para progresar en la perfección. Ver los defectos y adquirir las virtudes que no tengo.
La rectitud es la primera virtud que hay que cultivar respecto de la voluntad.
- Debilidad. Dios exige y da la fuerza, nunca pide más de lo que puede. Dios da al alma la vida de la gracia que hace capaz al alma de obrar lo que por naturaleza no hubiera estado en condición de cumplir. La fortaleza cristiana no consiste solamente en las fuerzas humanas, es Dios quien viene a nuestro encuentro y nos fortifica para cumplir con lo que Él nos manda. Por nuestra debilidad no rechazar el bien sino buscar su gracia
- Automatismos: Costumbre de actuar de determinada manera, debe liberarse para ser instrumento dócil en manos de Cristo.
Quien hace la voluntad de Dios por amor, apoyándose en Su fuerza, se hace semejante a Cristo, participe de su amor, bondad, sabiduría y poder
Esfera mixta: (3)
Abarca lo sensible y lo espiritual. Es la esfera más unitiva, donde el conocer y el amar tiene una relación más estrecha.
En la actualidad se nos exige atenderla particularmente y educarla. Los múltiples estímulos tienden a sofocar el elemento espiritual. Esta dimensión estética y afectiva esta llamada a reforzar y a enriquecer la vida espiritual, pero debe estar ordenada al bien de la persona.
Sensibilidad estética y belleza
El intelecto junto con la sensibilidad capta el sentido de la realidad y su belleza (la capta integralmente). La percepción de la belleza comprende la afectividad y suscita el amor. Es natural amar lo que nos resulta bello y considerar bello lo que se ama.
La belleza es el esplendor de la verdad, la divina sabiduría que resplandece en la creación, la belleza de la creación y de la redención tienen un importante influjo en la vida espiritual. En el plan de Dios, la belleza sensible es signo e instrumento de Su bondad, de su amor hacia las creaturas y particularmente hacia el hombre. La belleza de la creación deleita el espíritu humano, lo recrea y despierta sus mejores energías para ponerlas al servicio de Dios y prójimo. La belleza creada acerca a los hombres a Dios y entre sí. La educación de la sensibilidad estética es muy importante porque lo bello abarca toda la persona: actúa sobre el intelecto y la voluntad, la sensibilidad y afectividad. La sensibilidad estética debe estar al servicio de la vida espiritual, debemos poder intuir fácilmente el esplendor del bien y gozar no con una belleza superficial, vacía, accidental sino no una belleza radicada en la verdad que es plena y duradera.
La afectividad:
Es la voluntad que obra comprometiendo la tendencia sensible, la voluntad encarnada que sirve de la sensibilidad en la percepción del bien y en su atracción hacia él. El hombre fue creado para la comunión con otras personas y con Dios. El amor humano no le bata, es fundamental que ame a Dios y de Él se sienta amado.
El amor es la pasión fundamental, raíz de donde nacen las demás. Sto Tomas distingue dos orientaciones fundamentales del amor:
- Amor de concupiscencia: tiene como centro al propio yo y la persona amada es un medio que nos servimos para nuestro bien. (el niño pequeño es lógico que ame así a su madre)
- Amor de benevolencia: busca el bien de la persona amada
El amor de Dios no es eros, deseo de posesión, sino ágape, donación de bien. El hombre también llamado a amar sin fin egocéntrico sino altruista, dirigido al otro a quien se desea enriquecer y beneficiar, la madurez del amor implica dar pasos del amor de concupiscencia (deseo), a un amor de benevolencia (donación) cuyo centro de gravedad es el otro. El amor profundo y gratuito, como plena donación de sí mismo es posible en la medida en que el amor de Dios es su fundamento (te recomiendo leer el texto del testimonio de Fray Roger de Taize).
- Amor de beneficencia: el que da no considera perder nada porque el amado y el amante constituyen una sola cosa.
- El ultimo grado es cuando la persona amada se entrega enteramente al amado, renunciando a toda reciprocidad, aceptando incluso desaparecer, inmolarse por la persona amada. (“No hay mayor amor que dar la vida por los amigos”) Jn 15,13
- Los grados del amor: orienta a la comunión:
1 física
2 moral espiritual
3 Beneficencia
4 De total entrega
Problemas de la afectividad.
Cuando la afectividad humana no está plenamente ordenada suscita dificultades en la vida moral y espiritual. Los distintos afectos: el amor, el deseo, el odio, el miedo pueden influir directa o indirectamente en el intelecto y provocar ignorancia, distracción, error…
El amor humano debe estar informado y subordinado a la caridad. La vida espiritual requiere vigilancia para amar con amor desinteresado, benévolo y benéfico. Sin amor no puede vivir, el amor es un bien difusivo, quien se siente amado y ama tiende a comunicar este bien, el amor comprende, cura las heridas, confiere identidad, es fecundo.
Templanza y fortaleza: todas las cosas son medios para llegar a Dios y para que Dios venga a nosotros. Todas ellas son limitadas y deben ser amadas según su medida. Solamente Dios, como dice Bernardo, debe ser amado sin medida.
La templanza nos ayuda a no amar excesivamente las creaturas, la fortaleza nos permite adherir al bien moral, a pesar de nuestras antipatías, sufrimientos y repulsiones.
La esfera sensible (2)
Los sentidos son puertas y ventanas que nos permiten la relación con el mundo exterior, con dimensión cognoscitiva y apetitiva. El influjo que de ellos recibamos puede ser excesivo para el desarrollo armónico de las virtudes. La curiosidad es el deseo desmedido por conocer y la sensualidad, la excesiva atracción por el deleite.
Encontrar el justo medio no es fácil. San Agustín y otros hablan de “custodiar los sentidos”, moderar la curiosidad y la sensualidad porque distraen y obstaculizan la búsqueda del bien moral y espiritual.
Memoria. Vuelve a hacer presentes estados afectivos, experiencias de todo tipo. Influye en el juicio, voluntad, estados afectivos, clima ps. En la vida espiritual algunos autores subrayan la importancia de recordar los misterios de Cristo, su pasión y muerte en particular para hacer más vivo nuestro amor y nuestro agradecimiento. EL recuerdo de nuestros propios pecados…favorece al dolor por ellos. Para San Juan de la Cruz hay que purificar la memoria, vaciarla de todo lo que le dificulte el progreso espiritual. Tanto males como bienes
Imaginación: elabora nuevas realidades partiendo del material que le dan los sentidos externos, internos, percepciones estéticas, afectivas, emociones… Solo el contacto con la realidad permite el verdadero desarrollo de la persona.
Clima psicológico: no es una capacidad del hombre, sino la resonancia interior dejada por las distintas actividades psíquicas: intelectivas, volitivas, afectivas, de la sensibilidad estética o bien del ejercicio de la memoria e imaginación. Todo esto genera un clima interior, difícil descubrir la causa a veces y no siempre la persona es consiente del propio clima. Debería ser el fruto de la realidad percibida. En el mundo actual este se convierte en la fuente de la que brota la vida psíquica consciente de la persona condicionando su visión de la realidad. El clima actual es más bien de signo negativo, tristeza, depresión, indiferencia, desconfianza, inseguridad, angustia y no sabe por qué.
El clima ps es para nuestro tiempo el problema más importante del desarrollo espiritual ya que ejerce un influyo notable sobre todas las capacidades y dimensiones del hombre.
Si el cristiano aprende a relacionarse rectamente con la realidad que lo circunda, con Dios y con los otros hombres y si cultiva la realidad según el designio divino, su clima interior será de paz y serenidad, de libertad, tranquilidad, seguridad y alegría. “porque hay felicidad solo donde hay coordinación con la verdad, con la realidad, el Acto que sustenta y dirige todas las cosas hacia su perfección esencial y accidental: eso es la voluntad de Dios. La felicidad está en agradarle, el pesar en disgustarlo y alejarse de El aun en las menores cosas” Merton
La corporeidad
Instrumento fundamental de nuestra unión con Dios. La espiritualidad cristiana no deja afuera lo corporal, es una espiritualidad encarnada, participe del misterio pascual. “Completo en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo” dijo San Pablo. El cuerpo es instrumento de relación.
El hombre ofuscado por el pecado somete al cuerpo a cosificación, despojándolo del espíritu que lo anima. La sexualidad vista así es elemento de autoafirmación y satisfacción de deseos egoístas, en vez de ser signo y lenguaje del amor como don de si. Colaborando con la gracia nuestra corporeidad debe recobrar toda su originaria transparencia y dignidad sacramental expresiva y comunicativa no solo de nuestro yo, sino de la misma presencia de Dios en el mundo. ¿NO sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros? (1 Cor 6,19)
La integración del cuerpo en la vida espiritual implica la unión con Dios y pureza de corazón, y también requiere conocer nuestra biología, percepciones, pulsiones, estado de salud, euforia o agotamiento físico, debilidad, todo ello influye en la vida moral y espiritual. Conocerlos y encauzarlos. Salud y reposo son condición para amar a Dios y al prójimo. Reponer energías adecuadamente, distender el corazón, risa, canto, alegría, humor, encontrarse a gusto en el propio cuerpo.
Grandes santos practicaron una extraordinaria penitencia física y luego predicaron la moderación, encontrar el justo medio es muy personal depende de la constitución física y psíquica de cada uno y su singular vocación. Todos los grandes maestros subordinaron la mortificación exterior a la mortificación interior de la mente y de la voluntad.
El amor otorga a los demás una dimensión sacramental, la penetra con la presencia del Espíritu y el cuerpo humano trasparenta algo divino como sucedió con Jesús en el Tabor. (Vanier, Ma. Teresa)
Otros factores
En la vida espiritual también están en juego, el componente hereditario, cultura, clima, espacio geográfico, familia, relaciones sociales, momento histórico, dado que todo esto influye en la vida espiritual su dificultad o desarrollo.
[1] Ver ejemplo en Card. Newman: “Señor, yo te sacrifico este deseo que amo, este placer, esta debilidad, este programa, esta opinión: haz de mi lo que quieras; no desciendo a compromisos; no pongo limites, no te pido antes donde me conducirás, quiero ser lo que Vos deseas y hacer tu voluntad. Te seguiré también en las tinieblas, te pido solamente que me des la fuerza según las necesidades. Pruébame, Señor, y escruta la profundidad de mi corazón; pruébame y examina mis pensamientos; muéstrame si hay algo equivocado en mí, ilumina con tu luz enceguecedora cada ángulo escondido de mi alma; y condúceme por la vida justa e inmoral”